Llegan
en la vida tiempos, en los que uno se pregunta cómo hacer para continuar
creciendo. Sé que es posible bajar para volver a subir por otro camino, tal
como Mario lo puede hacer en la imagen precedente. Una inversión con sacrificio
no es ajena a uno, pero nunca es una decisión fácil, ni sencilla. Aunque
parezca que digo lo mismo con dos palabras, pero por un lado no es una decisión
fácil de tomar en sí, y por otro lado, acarrea cuestiones logísticas que no son
sencillas.
Al
final del día, sigo con esta sensación de que “tiene que haber algo más”, de
que no puede ser este el techo. La parte más fea de la sensación, es que el
techo es impuesto. Las vicisitudes externas formaron un techo a las condiciones
por mí generadas, que es tan innegable como es ineludible.
Mi
segunda duda es si de ambicioso me paso a desagradecido. ¿Debiera aceptar lo
que tengo, que no es poco, y “conformarme” o “contentarme” con ello? Entiendan
que sé que soy un inconformista. Siempre digo que estoy condenado a no ser
feliz debido a que cada meta que logro no hace otra cosa más que poner mi mente
en la próxima. Y la realidad es que metas superiores va a haber siempre. Esta
sed de mas que parece hasta ahora insaciable puede bien resultar en mi
perdición. Si encontrara el Santo Grial, supongo que lo primero que haría
después sería ver que hay más arriba para encontrar.
Creo
que todo se resume a la batalla entre “la necesidad de empezar de 0, cuando sin
hacerlo soy feliz”, y “qué tan feliz soy realmente sin empezar de 0”. Y la
incógnita es, cuál gana.